miércoles, agosto 22, 2007

convalecencia

El reposo involuntario a que obliga casi cualquier tipo de enfermedad, o su convalecencia, puede llegar a resultar, si no satisfactorio, sí un tanto fructífero.
Mi desmedida afición por la comida tuvo alcances graves la noche del lunes y la madrugada del martes; tomó un camino tranquilo la mayor parte de ese día y en la noche de ése y madrugada del miércoles, una recaída, un poco fuerte... tanto que hoy me pasé la mayor parte del día tirado en la cama, revisando algo que pretende ser una tesis (no es la mía, que conste), releyendo algunos poemas de San Juan de la Cruz, escuchando partes de un disco formato mp3 con la discografía completa de Luz Casal y viendo dos capítulos más (17 y 18, para ser exacto) de la segunda temporada de Twin Peaks.
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San Juan de la Cruz es uno de los poetas que más frecuento. Para algunos estudiosos representa uno de los extremos del barroco español, debido esto a lo breve de su obra (breve comparada con Góngora, Quevedo, Sor Juana...). Valga decir que algunos de mis poemas favoritos son las “Canciones entre el alma y el esposo”, las “Canciones del alma que goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual del mismo autor” (me gustaría que vieran este título aquellos que critican los “largos” títulos de algunas canciones de los Pet Shop Boys o de las Fangoria), y las “Coplas del mismo, hechas sobre un éstasi de harta contemplación”. Su lectura siempre me resulta muy divertida, sobre todo si juego a aislar frases de distintos poemas. Ejemplos: “Entréme donde no supe” y me imagino la gran variedad de significados y matices que podría tener dependiendo del enunciante y su contexto. Igual que estas otras: “Allí me mostrarías / Aquello que mi alma pretendía” o “Allí me dio su pecho / allí me enseñó sciencia muy sabrosa”...
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En mi mitología personal, Luz Casal se remonta a las épocas de discos de vinilo y a mis tardes de ocio en el centro histérico de Ese Lugar. Un disco suyo resulta ser mi favorito entre los cuatro o cinco que de ella soporto (no es, valga decirlo, una de mis intérpretes favoritas): Quiéreme aunque te duela y en ese disco veo una de las vertientes del pop hispánico con las que más me identifico.
Lo que une en más de un sentido a las Vainica Doble, San Carlos Berlanga, Le Mans y, entre otros y en ciertos momentos, a Luz Casal, es esa inquieta mirada agridulce con la cual la voz narradora de esas canciones contempla el mundo y sus circunstancias. Es, también, la abulia que lleva a los protagonistas de sus canciones a dirigir los dardos del tedio y del cinismo contra ellos mismos.
En algunos de los discos de Luz, aparecen por ahí los nombres de las Vainica Doble, sin decir, claro, que se trata de Vainica Doble, sino como co-compositoras de temas con Luz. Curiosamente, son algunos de los temas que más me gustan de Luz, porque la identidad de las Vainica me fue develada por San Carlos Berlanga con Indicios, en 1994 (porque, ¿será necesario recordarlo?, él hace su propia versión de “La funcionaria” (tema original de las Vainica) y ellas le hacen los coros)... Todo esto, junto, ya me había convertido en fan de suyo, sin conocerlas directamente. A ver si esto motiva la curiosidad de Jona (no quedó claro si te gustó o no lo de Belle & Sebastian... las Vainica tienen página en myspace)
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Twin Peaks. Estaba pensando si no sería posible pensar que los 90, al menos en cuanto a televisión se refiere, comenzaron con esta serie y con Los Simpson. Recuerdo que, en su momento, la serie fue suspendida en la televisión mexicana, por lo mórbido de su argumento, un tanto retorcido, donde los haya.
El viernes, vagando en la sección de discos de Gandhi, con Agustín, vi la segunda temporada y me dije “Venga a nos tu Reino...” y he estado viendo algunos capítulos, sacando frases de aquí y de allá, porque valga decir que es una serie perra, llena de frases de ese estilo que tanto me gusta. Hasta ahora, y de esta segunda temporada (llevo vistos del capítulo 8 al 18), mis favoritos son el 8, el 14 y el 16.
David Duchovny (sí, el de X Files), luce fenomenal en su papel de Denise. Sí, Denise...

Denise Bryson: understand we're both staying at the Great Northern. How's the food up there?
Dale Cooper: Denise, you're in for a real surprise.
Sheriff Truman: [para él mismo, pero en voz alta] So are they.

sábado, agosto 18, 2007

suerte, azar, casualidades... siempre estáis en mis oraciones

"Harry, I'm gonna let you in on a little secret. Every day, once a day, give yourself a present. Don't plan it, don't wait for it, just… let it happen." Dale Cooper en Twin Peaks

Hace algunos años, y cuando todavía vivía en Ese Lugar fui, en compañía de mi maestro y amigo AC, a visitar a otro señor al que, hasta un momento de mi vida, consideré también como un maestro y como un amigo (aunque el magisterio no se puede dar por terminado, no pasó lo mismo con la amistad).
Al final de esa visita, el otro señor le dio un regalo, con cajita y todo, a AC quien, nada más salir de ahí, quiso ver qué le había regalado... una billetera. AC me dijo que cuando llega un detalle así en forma inesperada, es porque, sin duda alguna, la vida nos quiere decir algo. Él, en esa ocasión, interpretó su regalo como un aviso de cuidar sus finanzas: “no he sido muy administrado en lo económico en los últimos tiempos”, fue lo que dijo. “Jungiano estás”, fue lo que le contesté y los dos reímos y empezamos a hablar de Jung y similares.
Para mí fue interesante la enseñanza de esa tarde.
Hace algunas semanas, vagando por el DF, en la Zona Rosa, específicamente, luego de estar sentado un rato en un bar, uno de los empleados del sitio, comenzó a repartir unos llaveros en todas las mesas. Llaveros raros, valga decir, porque eran una combinación de silbato, linterna y brújula. Por las circunstancias de esos días, pensé que era una especie de herramienta con la que podría llamarle a alguien, iluminar mi claroscuro y tierno pensamiento e incluso orientarlo... y de inmediato puse mis llaves ahí.
Días después, en circunstancias un tanto distintas, y ante el deterioro del llaverito, pensé en deshacerme de él; sin embargo, pensé que así como había llegado significando algo, se iría de la misma manera... y justo esta semana, el martes, salimos a comer y, cosa rara, estuve jugando un rato con la lamparita del llavero y todavía al bajarme del auto lo puse en la bolsa de mi pantalón...
Al llegar al cubículo quise jalarlo y... ¡NADA! Le dije a mi acompañante: “Oh, oh: creo que ya perdí las llaves... No... Aquí están, pero el llavero se fue... Qué raro, si todavía estuve jugando con él antes de bajar del auto”.
No quiero decir que ya no necesite llamarle a alguien, iluminar mi claroscuro y tierno pensamiento e incluso orientarlo, no. Más bien, creo que es un indicio (más) de que se está cerrando un ciclo, mientras otro nuevo se está abriendo. Así lo señala lo del llavero, lo de mis últimos sueños y las mudanzas de diversa índole.
Habrá que recordar todo esto el año que viene.