domingo, mayo 27, 2007

viernes, mayo 25, 2007

De "Sólo el humo permanece"

Nada, ya ves que anoche Gladys me invitó a salir con ella y con Mariana. Sí, con Mariana, no pongas esa cara. Le quería preguntar si, en definitiva, no piensa volver a la Facultad. Gladys dijo que tenía noche libre y permiso de Javier para irse a donde fuera “siempre y cuando vayas con Ángel”. Al llegar por ellas, había tres opciones: ir a casa de una prima de Mariana, ir a la fiesta de Antonio a casa de los ositos, o hacer nuestro propio argüende los tres, que fue lo que decidimos al final. Fuimos al Tapanco, donde Gladys rompió un vaso y ya de ahí decidimos ir a La Caverna. No hagas caras, güey, o ya no te sigo contando. Para caras, con la que traigo ahora basta. Parecía reunión de la Facultad de Humanidades... en serio. Total, estuvimos bebiendo y platicando un buen. No. Nada de mota ni de cosas raras. Nos salimos de ahí a las 2.30 de la mañana. Según eso, nos iban a ir a dejar a casa de Mariana, pero fuimos a tronar hasta Lomas Verdes, donde estuvimos oyendo un buen de música. El dueño de la casa preguntó, con cara de querer impresionar, “¿Han escuchado a Dead Can Dance?” Y yo: “I suck for Within the Realm of a Dying Sun”. Total, que estuvimos platicando y, claro, como buenos hippies retrasados que son, sacaron mota y estuvimos fumando un rato. Como me dio sueño, me fui a recostar en un silloncillo que había por ahí. Como a eso de las seis de la mañana, llegó Mariana, ahora sí, como estrella del amanecer. Yo ya estaba casi jetón, pero de pronto empecé a sentir caricias en la cara, que fue lo que me despertó. Sólo recuerdo los ojos negros de Mariana y una sonrisa tan brillante como evanescente. No te rías, pendejo, o ya no te sigo contando. Nada, que Mariana empezó a besarme. Ah, ¿verdad que ya te quedaste de a seis? Pero unos besos un tanto mandados, a decir verdad, porque, de repente, se me ocurrió meter mi lengua entre sus dientes (checa los posesivos, güey) y la succionó... No la quería soltar, hasta que le hice cosquillas. Para desquitarme, empecé con un faje ya más mandado. Nos empezamos a quitar la ropa. Ella se quería poner pudorosa, quesque por los otros güeyes que estaban en el depa ese. Tuvimos que pararle, porque pasaron por ahí estos tres güeyes, que porque uno ya se iba y los otros lo iban a dejar. En cuanto se fueron, Mariana se desmandó, la verdad. No esperaba que se fuera a portar así... Cuando terminó su labor bucal, me dijo, con una sonrisa como de bruja: “Ahora te tengo en mis manos” y ya luego nos tuvimos que componer de inmediato, porque los güeyes estos ya habían regresado. Aproveché para despedirme, ya ves que habíamos quedado para el café, llegué a la pensión, me bañé y ahora estoy aquí, con hambre. ¿Qué te parece que si en lo que yo engullo unos sapitos, tú me preguntas todo lo que quieras de la noche de anoche? Ya en cuanto acabe de almorzar, nos ponemos a discutir el verso ese de Wallace Stevens, ¿no? Creo que no le has entendido bien...

lunes, mayo 21, 2007

mi primera sobrina del año


Elisa Lara Hernández (tiene los mismos apellidos que mi amigo R2, que en paz descanse) es mi primera sobrina del año. La verdad, ya me había preocupado que varias de mis amigas y conocidas están embarazadas y darán a luz este año; ya luego, Crisantemo me explicó que, según el calendario chino, es el año de la fertilidad.
Hacía mucho tiempo que esperábamos a Elisa y por una u otra razón, la niña no llegaba y vaya que le costó un trabajal a sus padres...
La semana pasada fui a conocerla a Puebla, que es donde nació y donde seguramente vivirá mientras dependa de sus antipáticos padres. Adrián, su ardilla padre, insistió en que la cargara, para tomar una foto. La verdad, y aunque estoy con cara de sonrisa, estaba de unos nervios... Elisa es tan pequeña y tan frágil, que temía se me escurriera de los brazos, o que el simple latir de mi asustado corazón la fragmentara... nada de eso pasó, afortunadamente.
Faltan dos sobrinas más por llegar: la hija de mi amiga Nadja, por ahí de julio, y la hija (porque estoy seguro que será niña) de mi hermana-prima María Luisa... Creo que junto con la fertilidad, es el año de la mujer.

sábado, mayo 12, 2007

Una explicación (seguramente innecesaria)

Existe algo llamado writer’s block, que consiste en algo así como la relación inversamente proporcional que existe entre la urgencia de entregar un texto y la imposibilidad de sentarse a escribirlo. Sin pretender auto-calificarme como un writer, es el mal que me ha aquejado durante las últimas semanas: no es sólo el güeblog, sino los mails, la novela Sólo el humo permanece, las conversaciones de chat y hasta la tesis. Y como canta Jone Gabarain (Le Mans) en “Perezosa y tonta”: “No es desilusión ni siquiera es malestar. Algo que no sé describir”, porque es algo que sólo pasa con la escritura y, en parte, con la lectura: no me puedo concentrar del todo y luego siento como si en mi cabeza hubiera algo como un horno de micro ondas puesto a funcionar.
A cambio, he desarrollado un gusto todavía mayor por la conversación, sea personal o telefónica (y Toño, Vanessa, Emilio y Gusi... Vannia y mi madre, Yudis y Sergio, Maripili y Adrián no me dejarán mentir al respecto... ni la compañía telefónica, que sin duda se alegrará ante lo elevado del recibo del mes), junto con las satisfactorias ganas de no hacer nada de nada...
Y no se vaya a creer que ando deprimido y ni siquiera triste, sino que es algo así como mirar la vida pasar. Son cosas que pasan y aunque, como escribe Auden en la intervención final del narrador en el poema “For the Time Being”, se sabe que “There are bills to be paid, machines to keep in repair, / Irregular verbs to learn, the Time Being to redeem / From insignificance”, no es algo que provoque un gran apuro, sino, tal vez, tal vez, una angustia pequeña, porque, junto con esas certezas, está también la noción de que “the Soul endure / A silence that is neither for nor against her faith / That God’s Will will be done, that, in spite of her prayers, / God will cheat no one, not even the world of its triumph.”
Ya vendrá la siguiente fase de un proceso que, sin duda alguna, llegará a buen término, porque, afortunadamente, hay muchas cosas, demasiadas, acerca de las cuales escribir...
Vaya esto como una explicación, o incluso como una justificación, para el abandono en el que he tenido la escritura (en sus múltiples variantes) durante las últimas semanas. Y como dice Ulalume (González de León porque, junto con la de Poe, ¿hay alguna otra?) al final de su cuento “Suicidio”: “Prometo no volver a suicidarme”.

jueves, mayo 03, 2007

De "Sólo el humo permanece"

Á:
me urge verte. estoy desesperada.
M.
7.35 p.m.

martes, mayo 01, 2007

En primera persona (30 de abril)

Ayer, 30 de abril, día del niño, en México, en este ejido que es Toluca, llovió como pocas veces llueve. Al salir del trabajo, se dejaron caer unas gotas que 20 metros después, ya eran llovizna y 50 metros más adelante, ya eran lluvia pertinaz. Dice Borges que la lluvia es algo que ciertamente sucede en el pasado y tal vez tenga razón pero, ¡ah cómo mojó esa lluvia! Llegué humedecido y jadeante a la parada del bus, en una de esas pocas ocasiones en que dicha condición obedece a factores climatológicos y no corporales. En mi prisa, nunca me di cuenta que había tomado la ruta equivocada, de lo que me di cuenta varios minutos después, cuando el bus debió de haber dado vuelta a la derecha y... nada, que dio vuelta a la izquierda. Mientras, afuera, como en aquella canción de Leo Dan, creo, “y llovía y llovía...”
Sólo quedaba apearme del bus. Fue lo que hice. A partir de ahí, tenía dos opciones: guarecerme como pajarito debajo de algún abrigador escaparate o caminar bajo la lluvia hasta la otra parada del bus, distante algo así como unos 750 metros de donde estaba. Porque con la lluvia, como con la vida, nunca se sabe... nunca... Me decidí por la última. Tenía muchos años, desde que vivía en Xalapa, que no me mojaba por el gusto de hacerlo.
Y ahí va, algo semejante a una espiga de 1.85 metros, caminando un poco despacio y con cuidado de no resbalarse en sus sandalias negras que se había puesto luego de ver por la ventana de su así llamada perrerita que hacía un sol demasiado lindo. Fue su regalo del día del niño. A la hora de llegar a la parada del bus, las sandalias hacían “buf, buf” a cada paso. El pantalón iba escurriendo de las rodillas hacia abajo y la camisa (porque por una rara coincidencia la espiga se puso camisa ayer) insistía en pegársele a las magras carnes que hacen que pese algo así como 72 kilos. Mientras, las gotas escurrían por el pelo de la cabeza y de la barba de dos días a medio crecer que lleva desde hace meses.
Sabedor de que hoy, 1 de mayo, no tendría que salir a la calle a no ser que fuera por el mero gusto de hacerlo, llegué a casa con toda tranquilidad, todavía escurriendo. Nada más verificar que la lap top y el celular estaban en buen estado, me metí a la regadera, donde estuve un buen rato cantando algunas canciones. Ya luego, preparé un té, kashmir tchai (ya se sabe lo pesado que puedo ponerme cuando de relajación se trata), y me puse a escuchar mis discos de The Combustible Edison, uno de mis grupos favoritos, pese a que casi nunca lo nombre, aunque la tarde-noche estaba para Julee Cruise. Me preparé unos rebanadas de pan con mantequilla y mermelada de fresa (baja en azúcares, por supuesto) y así oscureció y me dieron ganas de dormir.
¡Ah, la vida!