lunes, enero 07, 2008

de metáforas caninas y otras bromas

“Por un perro que mató, reza el refrán, ya le dicen mataperros”. Este dicho de metáfora canina era muy socorrido por la Dobermansky. Creo que lleva implícito el deseo de que sus nietos, sobre todo los tres menores, refrenaran su propensión a la hipérbole. Pero creo que no funcionó.
El día del examen de mi amiga Tatis Kikus hubo una profesora que me dijo: “No te vayas a olvidar de invitarme a tu examen, porque nunca te lo perdonaría”. Otro profesor que andaba por ahí dijo: “¿Y tú crees que no nos vamos a enterar? Conociéndolo, no me extrañaría que incluso hubiera cámaras de televisión ese día” Y yo dije: “¿Tanto así?” Otra profesora dijo: “¿No?”
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Que en un programa radiofónico en el que colaboraba asiduamente me hayan llegado a decir “el archivo viviente de Alaska”, fue algo que, en su momento, me hizo mucha gracia... porque me hizo ver lo estúpida que puede llegar a ser la gente: más o menos por esa misma época recuerdo que le hice saber a Nacho Canut que tanta versión de una misma canción, “Sálvame”, llegaba a fastidiar y que quizás hubiera sido mejor trabajar más tiempo con una sola melodía. Su respuesta fue algo así como: “Tal vez tengas razón. Comentarios como esos a veces nos interesan”. Porque luego tienen unos fans que incluso festejan hasta que Alaska cierre los ojos.
Años después, y a propósito de “No sé qué me das” y ya por internet, le dije a Nacho que cómo era posible que hubieran puesto aquello de “como un águila que vuela en libertad”, que era una frase ya no mala, sino mediocre y un tanto gastada. Me dijo que a Carlos Berlanga tampoco le gustaba.
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Estas dos anécdotas, junto con otra que incluyo más adelante, las recordé el fin de semana mientras en la madrugada del domingo Agustín, Sergio y yo estábamos deconstruyendo el mundo... y todo porque dicen (en broma, claro está) que soy fan incondicional de Alaska... y que le tengo mala voluntad a Octavio Paz (me gustaría que esto lo leyeran tanto algunos de mis compañeros de la Facultad de Letras de Xalapa como algunos de los maestros de ahí, que todos ellos me acusaban de ser un fan incondicional de Paz)...
En la actualidad, decir que a uno le gusta algo, un poema de cummings, por ejemplo, de inmediato lo etiqueta a uno como fan... y decir algo como que no me gustaron los zapatos que traía X en cierta ocasión, de inmediato me convierte en un archienemigo de X...
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Saco esto a colación por dos situaciones, una personal y otra que, en México, a algunas de mis amistades y a mí nos tiene preocupados:
La primera: conversando con un amigo al que quiero mucho, le conté que, para variar, había discutido con Martha Doberman y eso que siempre trato de ser políticamente correcto. Salió por ahí en la conversación el nombre de Andrés Manuel López Obrador, con una opinión “rara” de mi amigo y al preguntarle que qué tirria le tiene la gente AMLO (porque, de verdad, es algo que me interesa saber), su respuesta fue todavía más rara: “Ah, perdón. No sabía que eres del sendero”, palabra esta última con connotaciones totalmente negativas, al menos para algunas personas de mi entorno amistoso. Me hizo gracia su comentario, pero me dejó pensando en lo tajantes que podemos llegar a ser en algunas ocasiones... y me quedé pensando en la razón que da Juan José Arreola para haberle retirado su amistad al intragable de Carlos Fuentes: “¡Me dijo comunista!” (y no digo que me haya molestado con mi amigo, que conste).
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La segunda: mi gente cercana sabe que prácticamente no veo noticiarios en la TV, ni tampoco leo muy seguido los diarios y tampoco escucho los programas noticiosos de la radio (son tan mediocres y tan tendenciosos en su mayoría) ... Sin embargo, tenía (y nótese el tiempo verbal) uno que seguía con cierta regularidad: el noticiario de Carmen Aristegui que, por angas o mangas, fue retirado del aire desde el día de hoy lunes. Ella se despidió el viernes, lo que causó cierta extrañeza entre sus radioescuchas.
Aunque no siempre estoy de acuerdo con lo que opina Carmen, me parece una de las voces más críticas que hay en el amuermado entorno social mexicano. A veces estaba de acuerdo con ella y a veces no... lo cual, creo, es una característica muy mía desde hace muchos años. Incluso, la imagen de Carmen luego me llega a resultar chocante pero, honor a quien honor merece, es una periodista muy destacada, aguda y crítica... de ésas que casi no ha habido en la historia del periodismo mexicano. Su noticiario tenía un rating que ya hubiera querido cualquier otro programa de la radiodifusora, pero así y todo, ya no le renovaron el contrato y si hay censura gubernamental detrás de eso, es algo que NO voy a comentar por ahora...
Lo que me sorprendió es que mucha gente aplaude la desaparición del programa por considerar que Carmen es algo así como una especie de muñeco de ventríluoco por cuya boca habla, venir a ver, López Obrador... cierto que le dio espacio en su programa, como también se lo dio a muchos otros personajes (Lydia Cacho, entre ellos), lo cual me parece muy natural en un programa que pretende no solamente informar, sino reflexionar acerca de la noticia presentada y exponer las perspectivas de los personajes involucrados con esa noticia... pero, de ahí a que Carmen sea la vocera de López Obrador...
O que yo sea “del sendero”... o que aplauda todo lo que hace Alaska... o que odie a Octavio Paz sólo por decir que tal o cual ensayo no me parecen del todo logrados...
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Cuando falleció Octavio Paz recibí varias llamadas de condolencia... la broma llegó a tanto que incluso el aborrecible hermano de una amiga muy querida me llamó... él era uno de los que, entre otras tonterías, decían que yo era algo así como el presidente del club de fans de Octavio Paz... a ver cuándo me pongo de acuerdo conmigo mismo, ¿no?

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