jueves, noviembre 16, 2006

el desierto, el desierto y el desierto... (a propósito de los festejos para manuel josé othón)

“[Manuel José] Othón, dicen los que pretenden saber, es esencialmente poeta”. En ese caso, y por teclear todo esto, yo sería fundamentalmente escritor... aunque la producción poética de este hombre es relativamente extensa, no quiere decir que sea rescatable en su totalidad, en su "esencialidad"... y eso que también escribió teatro, cuentos e incluso hizo traducciones y crítica literaria... y de toda la poesía, en la actualidad nos quedamos con un poemario, los Poemas rústicos, y dos poemas: “En el desierto. Idilio salvaje” y la “Elegía al Mtro. Rafael Ángel de la Peña”.
Fuera del contexto mexicano, sería conveniente anotar que Othón es, a 100 años de su muerte, el escritor potosino con más renombre a nivel internacional. Esto, en un lugar en que no pasa nada, es significativo, muy significativo, porque se trata de algo que irremediablemente remite al relato de Tito Monterroso “La oveja negra”...
Y es que Othón me ha andado dando vueltas en la cabeza desde hace varios meses, por no decir años: que si la tesis de licenciatura (más que por Othón la hice con intención de fastidiar y ver qué podía aprender de mi asesor), que si preparar la edición de su teatro para el Fondo de Cultura Económica. Luego, desde hace casi un año, porque en mi programa académico de bachillerato, Literatura mexicana e hispanoamericana, decidí incluir su non plus ultra, el “Idilio Salvaje”, obra que, de no haber sido escrita, habría dejado a Othón como un escritor menor del siglo XIX, y eso por los Poemas rústicos, que si tampoco los hubiera escrito, a ver con qué se justificaba la alharaca actual. El poema, y todomundo (favor de tomar esto en el sentido que e.e. cummings le da a mostpeople) coincide en esto, es una obra maestra... pero nadie se ha detenido en explicar por qué, en señalar los aciertos y los desaciertos y sobre todo en acercar a sus posibles lectores...
El otro punto por el que he traído presente a este hombre, es porque, venir a ver, este año se festeja el centenario de su defunción, motivo por el cual lo más selecto y reputado de la intelectualidad potosina se ha puesto a leer poemas de Othón (recuérdese que es, esencialmente, poeta) y a discutir sesudamente si el “Idilio salvaje” es autobiográfico o no o en indagar la posible identidad de la india brava de bruna cabellera, como si eso le diera mayor validez a un poema que deja boquiabierto cada vez que se le lee. Y habrá qué esperar cómo repercuten en el poema los resultados de la investigación (sic) que pretende demostrar que Othón era aficionado, y muy aficionado (a juzgar por la insistencia con que he escuchado se habla del tema) a la pornografía. Y esto no es exageración: hay, por ejemplo, quien afirma que el poeta era impotente, sexualmente hablando, al momento de escribir ese poema y que la frase “en tus aras quemé mi último incienso” es una metáfora de su condición.
En tercer sitio, al preparar mi exposición del poema, me di cuenta que no hay un buen ensayo acerca del “Idilio salvaje”; incluso, poniéndome exigente, pese a su fama, no hay, tampoco, una edición crítica, pese a las buenas intenciones tanto de Joaquín Antonio Peñalosa como de la Universidad Veracruzana y Manuel Sol Tlachi allá por 1990... aunque, bien mirado, el problema de las ediciones críticas va más allá de esto y uno puede darse cuenta de que, además de su relativa escasez en nuestro entorno, es prácticamente inexistente la costumbre de leerlas, porque sigue siendo más fácil memorizar que reflexionar.
Los festejos, como sucede en La feria, de Juan José Arreola, con la llegada de la musa vendedora de cremas al pueblo y a su Ateneo, serán interesantes indicadores del estado actual de la cultura potosina; tal vez debido al frío del desierto, se encuentre este termómetro en ceros. Sin embargo, participar en ellos sirve para la foto del periódico, con cara de circunstancia, mientras que en las conferencias y lecturas se llegará, una vez más, a la aguda conclusión de que “Othón es esencialmente poeta”.

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