domingo, noviembre 26, 2006

el extraño viaje de fangoria (cap. I)

Como para probar lo que escribí días atrás, la referencia a otro tipo de discursos surge, en el caso de El extraño viaje, desde el título mismo del disco, que remite a una película de Fernando Fernán Gómez de idéntico apelativo. ¿Cuántos, en España, habrán visto esa cinta? Ni idea, pero con toda seguridad serán más que en México. ¿Esto afecta el contenido del disco? De ninguna manera, aunque, para las personas curiosas, no deja de ser significativo que las Fangoria recurran, nuevamente, a algo relacionado con FFG. Anteriormente, en la década de los 90, actualizaron, con un sentido irónico mucho más profundo que el de su contexto original, una frase, “a la felicidad por la electrónica”, de la cinta cincuentera Esa pareja feliz. Esa frase, a falta de un tercer manifiesto para Un día cualquiera en Vulcano S.E.P. 3.0, proporcionó, en su momento, el punto de referencia adónde se había llegado con el aterrizaje de una trilogía tan arriesgada como desigual.
En mi opinión, la referencia al mundo de FFG tiene que ver con algo que va más allá de la admiración (tanto Alaska como Nacho se han declarado fans de este hombre en sus facetas actoral, de dirección y periodísticas), en la que creo advertir una especie de filiación existencial (donde quiera que las haya).
En el nuevo trabajo de Fangoria, el título del disco (cuyo nombre original fue 747), por “extraño” habremos de entender eso que, venir a ver, han tenido que explicar en entrevistas: se trata de un recorrido por el mundo interior de Alaska y Nacho, hoy por hoy, las caras visibles de todo ese conglomerado que se llama Fangoria. Extraño, para mí, resulta que digan que van al mundo interior de Fangoria, cuando en los discos anteriores hay tantas y tantas referencias a su fuero interno. Como veremos en el desarrollo de mis comentarios a cada una de las 12 canciones que componen el disco, hay en ellas un sentido irónico que consistiría en decir algo como “Ahá... eso que nos dicen es cierto, totalmente cierto. Les cabe TODA la razón... ¿Y...?”
En lo que considero un buen empleo del sampler, a diferencia de otros experimentos no del todo logrados, el disco comienza con ese sonido tan peculiar, tan... digamos, emotivo, del despegue de un avión, luego de todo el rollo de “fasten your seat belts...” (que, a su vez, indirectamente, remite a aquél Naturaleza muerta, de 2001), como para subrayar la idea del viaje, por si no había sido entendida, o para reforzarla, no sé... y es que, se sabe, las bromas, una vez que son explicadas, pierden parte de su encanto. Y poco a poco se deja oír una percusioncita con 95 BPM, haciendo de “Fantasmas”, la canción más lenta de todo el disco...

“Fantasmas”, que habremos de tomar no en su sentido de espectro, de ser irreal imaginado o soñado, sino en el de obsesión, se encarga de profundizar en el propósito revisionista del disco. La voz de Alaska va grave y lenta, con unos coros muy bien manejados hechos por Rafa Spunky. El estribillo de la canción (“¿Con qué fantasmas he de luchar, / de qué otro infierno/ más me he de salvar? / ¿Y cuánto va a costarme / la idea de olvidarme / de cada sueño que ya traicioné?”) es la pregunta, tan retórica como cínica que, Oh-my-God!!!, será resuelta en las once canciones restantes.

“Criticar por criticar”. Parece responder a las críticas y a las acusaciones que se le han hecho muy particularmente a Nacho Canut y su viperina lengua (pese a que Alaska no se queda tan atrás). Pese a que es con la que abrieron la promoción de este disco, la verdad, no me gustan los arreglos, descaradamente antreros (y no de cualquier antro, sino de aquellos tipo el Living, el extinto BOX y similares). En el estribillo se ofrece esa opción que ya señalé, la de decir que sí, que quienes critican las viperinas críticas ignacianas tienen razón... ¿y?: “Malgasto mi talento / destrozando a los demás, / propagando mil mentiras, disfrazando la verdad. / Estoy perdiendo un tiempo que no voy a recobrar. / Parece que mi vida no da para más”.

“Plegarias atendidas”. Remite a las respuestas dadas a los socios perezosos del Fanzine Fatal, único órgano de difusión de Fangoria en su etapa más underground, en una sección de igual título, donde se preguntaba algo así como “¿Y por qué se llaman Fangoria?”, “¿Dónde se tiñe el pelo Alaska?”, “¿Nacho y Carlos son gays?” Por otra parte, remite a las críticas de que ha sido objeto Alaska, desde la época de los Pegamoides, al “abandonar” sus principios, al “comercializarse”. Y para que no quede duda, eso se explica desde el principio de la canción: “Todo lo que ayer hice por amor / hoy lo hago por dinero...”.

“El cementerio de mis sueños”. Musicalmente, es Dinarama en todo su esplendor; podría haber sido firmada por Berlanga / Canut, mientras que Alaska podría tratar de volver a vestirse al estilo del No es pecado y La bola de cristal (si es que todavía cabe en alguno de esos trajes). Consiste en una mirada, nada nostálgica, al pasado que pudo ser y que, debido a una actitud rebelde y harto voluntariosa por parte de Alaska y Nacho, los ha traído a “sube, baja y empieza otra vez” en el mundo musical. El paralelismo establecido entre “cementerio”, “sueños” y “miedos” le interesará, sin duda, a alguna de mis amistades... “El cementerio de mis sueños / donde descansan nuestros miedos. / Sentenciados, consumados, / desahuciados y olvidados, / estamos enterrados tú y yo”.

“Sin perdón”. Describe una postura (o dos: Nacho y Alaska... o tres: Carlos Berlanga... o cuatro... ) y una trayectoria (la de varios grupos (Kaka de Luxe, Alaska y Los Pegamoides, Alaska y Dinarama, Fangoria... y la de todos los seres que han transitado por ellos, no sólo de Alaska y Nacho): “Aunque sé que me equivoco, no será la última vez. / Sin perdón, porque eso es algo que no necesito, / sin razón, sin importarme el bien o el mal. / Aunque sé que me equivoco, no será la última vez / Sin perdón, vuelvo a tirarlo todo por la borda, / sin razón, ¿qué le vamos a hacer?”... Y quien después de esto no entienda la disolución de Alaska y Los Pegamoides y de Alaska y Dinarama en los puntos cumbre de sus respectivas trayectorias, necesitará que se le explique con manzanitas.

“A fuerza de vivir”. Pertenece al mismo linaje de canciones como “Falsas costumbres” (de la época de Dinarama... una canción que tiene alcances poéticos... “Mientras tanto seguía pensando en el tiempo perdido al pensar, en el tiempo que pierdo...), “La razón de vivir” (muy en el campo de “The Crying Game”: “Qué triste perder, lo que nunca tuvimos... Qué triste sentir que se acaba mi mundo, y yo, también, con él”) , “Nada nuevo bajo el sol” (“Todos los días es lo mismo, lo cotidiano es navegar, entre la duda y el abismo, para más tarde naufragar), “Vuelve a la realidad” o “Hay que sufrir” y al de la temática del Ubi sunt...? El tiempo es vida y ésta es fugacidad. Al ignaciano “Esto poco que soy” lo aderezan con el popular “No somos nada”. Supongo que, debido al interés que en mí despierta esta canción, alguna vez he de volver a ella: “A fuerza de vivir se aprende a resistir en este vodevil. / Vidas que pasan sin importar. / Es la ley natural, fuerza incondicional / que ignora nuestra voluntad.”.

To be continued...

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