domingo, marzo 11, 2007

Piramidal, dorada, del afecto nacida forma...

Fue en lo que pensé hoy al mediodía al visitar la zona de criptas del templo de Santa Mónica en el DF y ahí, los restos mortales de mi amigo Arturo.
Una palabra define mi relación con él: amistad.
Una novela describe el inicio de nuestra amistad: De pétalos perennes.
Dos canciones explican nuestra relación: “Tazas de té” y “Más dura será la caída”.
Antonio, Pablo y yo acompañamos a Doña Martha, la madre de Arturo. Luego comimos y bebimos té. “Sí, sí me ofrecieran un trabajo mañana mismo en el DF, al DF me cambiaba. Y lo mismo aplica para Nueva York”, para explicar mi atracción por las dos ciudades.
El regreso a Toluca, una Toluca con huellas de lluvia, hizo que la ciudad pareciera linda por vez primera. Que no haya transporte público luego de las 9 de la noche se convirtió, también por vez primera, en una ventaja. La ciudad era tan linda que incluso caminé buena parte del camino de vuelta a casa, mientras el Nokia me dejaba oír, entre otras, “Zerbina”, “Aquí vivía yo”, “No vino, estaba enferma o de vacaciones” y, como gran final, “Sic transit Gloria Mundi”... Le Mans.
Hoy Arturo habría cumplido 34 años.

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