miércoles, junio 04, 2008

De la mamá de Bambi y otras historias...

INTRO:
“Barbie debe morir” es una de las canciones más divertidas de Intronautas que, además de mostrar su concepto del punk, nos da una prueba de su sentido del humor. La canción es simple en todo: varios juguetes se reúnen y le hacen un juicio a Barbie; surgen muchos argumentos (a cual más idiota) y el veredicto final es ése: Barbie debe morir. Los juguetes no son tan duros de corazón e incluso piensan: “[...] y las niñas llorarán... pues que jueguen a otra cosa y ya está”. Que jueguen, que jueguen...

NAUTA:
Débole a Sergio, por la convivencia, primero, y por la custodia, después, el reencuentro con la poesía y con los ensayos de Gerardo Deniz o Juan Almela, que al caso es lo mismo, aunque lo mismo sea diferente.
Años atrás, la labor crítica de Deniz-Almela, desarrollada contra José Emilio Pacheco motivó alguna de las discusiones más entretenidas que llegamos a sostener Alejandro Higashi y yo, cuyos reparos (bastante bien fundamentados y eso), no me hicieron moverme ni un milímetro del sitio donde estaba: me encanta la acidez de Almela.
Al llegar a la perrerita del IMAN, me encontré con un libro que ya había (h)ojeado Agustín, a sugerencia de Sergio: Paños menores (Tusquets, México, 2002). Tanta gracia le hizo el libro a Agustín, que incluso me llegó a compartir algunos fragmentos por el msn. Total, llego a la perrerita y me encuentro con el libro y lo manoseo. Fue un continuo jejejé, un agradable reencuentro. Muy agradable, muy agradable...
Entre otros textos que me dejaron intrigado (como “Tocaya” y “Anónima”), sale por ahí un artículo, “Fantasía” (pp. 103-111), donde Deniz habla del bodrio del mismo nombre, debido a Walt Disney, a quien le deseo esté ardiendo en las llamas del infierno de la peliculita en cuestión, mientras Maléfica, las Madrastras de Blanca Nieves y de Cenicienta y la tía de La dama y el vagabundo le cantan canciones de cuna por los siglos de los siglos.
Creo que debe llegar a miles, cuando no a millones, el número de niños (y niñas, claro), psicológicamente dañados (y dañadas), ya sea por las apariciones de Maléfica en La bella durmiente; por la transformación de la malvada reina en la horrenda bruja de Blanca Nieves; los destemplados gritos y la dura imagen de la madrastra de Cenicienta o de la tía de La dama y el vagabundo...
Y todo lo anterior, por no mencionar el tema Bambi... ¡Ah, pinche película! Creo que ni la recuerdo bien, pero sí recuerdo bien el drama que rodeó mi asistencia al extinto Cine Avenida en Ese Lugar: si ya había quedado asustado con los golpeteos de las patitas traseras de Tambor, el conejo, no quiero ni recordar cómo me puso aquello del asesinato de la mamá de Bambi, por no llegar al delicado asunto del incendio del bosque... mi padre me tuvo que sacar no sé cómo del cine. Y digo no sé cómo, porque recuerdo que, además de los alaridos que pegaba (yo, claro), me convulsionaba como si me estuvieran aplicando electroshocks. La verdad, ninguna otra película me ha dejado así (ni siquiera de Disney, que ya es decir, con los ejemplos del párrafo anterior)... ni ninguna novela ni ningún cuento ni las canciones de Paquita la del Barrio ni las elecciones presidenciales en México en 2006... que ya es decir.....
Y mi caso, ya lo dije, es similar al de tal vez millones de personas alrededor del mundo, de varias generaciones que de generación en generación etc etc etc.
El daño psicológico debería ser suficiente para que se le diera una clasificación especial a esas películas. Algo así como sucede con Naranja mecánica o con Calígula, dos películas también MUY fuertes (sobre todo la última, que me dejó curado de porno a los inicios de mi adolescencia...). Surge una duda: ¿se podría entablar demanda contra Walt Disney por daño psicológico? En lo que son peras o son manzanas, dejo la moneda en el aire...
Se sabe las alteraciones que hizo Walt Disney con diversos relatos de la narrativa tradicional-oral europea, no sé, que si Cenicienta, que si Blanca Nieves... incluso Pinocho y que, por ejemplo, altera pasajes enteros de Cenicienta para darle cabida al Hada Madrina y a los ratoncitos y al méndigo gato amargado de Lucifer. El final tradicional, donde las hermanastras de Cenicienta quedan tuertas, como símbolo de su maldad, fue modificado debido a su alto nivel de crueldad... como si cruel no fuera el maltrato de que es víctima Cenicienta o los gritos de la madrastra o etc etc etc... Cierto, se trata de narrativa oral y hay muchas versiones y no sé cuánto...
Pero, ¿cuándo se trata de obras de autor? Esto viene a cuento por esa aberración que hizo con Alice’s Adventures in Wonderland y Through The Looking Glass (And What Alice Found There). Hace años, cuando tuve mi fiebre Alicesca que casi casi me convertía en miembro de la Lewis Carroll Society of North America, alguien tuvo a bien prestarme la versión cinematográfica disneyiana de Alice. Si ya las perversas traducciones españolas de Alianza Editorial me habían dejado MAL (eso de que, por ejemplo, Humpty Dumpty se convierta en Zanco Panco...), lo de la versión Disney me puso al borde del coma diabético, la verdad. Aquí sí, aplica lo que dice Deniz acerca de La consagración de la primavera: “Con lo que era Stravinski acerca de eso de los dólares, me imagino la suma estratosférica que debieron pagarle a fin de que permitiese hacer porquería y media con una obra suya que nunca se ensalzará bastante.”. Porque porquería y media fue lo que hizo Disney con el trabajo de Carroll...
En aquellos ayeres, mi observación fue “si Carroll viera esto, se vuelve a morir”. Fue tanto el berrinche de aquella vez, que casi he olvidado la película, pero nunca mi indignación... A resultas del texto de Deniz me vuelvo a preguntar, ya por costumbre: ¿Nadie podrá hacer nada con respecto a Walt Disney y el daño psicológico y estético perpetrado contra la humanidad?

¡¡¡¡¡Espada del Augurio, quiero ver más allá de lo evidente!!!!!

3 comentarios:

Unknown dijo...

Pues comienza a aflorar tu mitología, tal vez como el agua que es origen y ceniza, pero ya es un adelanto, espero / esperamos que no algo tardío.
SE te quiere, desde la distancia y el recuerdo.
NT

Gonzalo Lizardo dijo...

En defensa de Stravinsky, supe que los abogados de Disney descubrieron que su estancia en Estados Unidos era irregular, y amenazaron con ponerlo en evidencia ante la justicia gringa si no aceptaba ceder "La consagración de la primavera" para "Fantasía". Claro, también debieron soltarle una buena lana, para que arreglara sus papeles después de firmar el contrato. Otra razón más para temer a Disney.

Saludos.

Pável dijo...

Pues pasas por alto las peores, las más piores, Alvarito.

En serio que me dio una furia ciega el haberme encontrado con un Hércules edulcorado, apendejado, esteroidado (porque hasta eso Hércules era fuerte pero no precisamente mamey según el mito) y como consecuencia, denigrado. No les fue suficiente con la tradición oral popular, tuvieron que meterse directamente con los bellos mitos griegos.

Pero la reina de todas las mentadas de madre fue Aladdin. Y hasta con doble D, grrrrrr. Qué manera de convertir una obra maestra de la cultura arábiga en una chingadera nesfastérrima. De chamaco, antes de Aladdin, me rifé todos los cuentos de las mil y una noches. Ahí los genios eran entidades terribles, con carácter, contudendentes, no la bazofia azul y pseudocool de la peli en cuestión. Grrrrrr y más grrrrr.

Nomás de acordarme me da por ser un émulo de Perro Rabioso. Saludos, por cierto.